viernes, noviembre 30, 2007

...una nueva

No contenta la Asociación Cormillotense (ASCO), así como la comunidad médica toda con enchufarnos cuestiones que tienen mas que ver con lo comercial que con la salud, denuncio nuevamente un tejemaneje para quedarse con nuestra dignidad medicamentosa.
Al parecer, las recomendaciones sobre ingesta varían mas que las tendencias de la moda de Paris, Milan y Nueva York, así como la bolsa de éste último.


Ya lo hicieron con la macrobiótica (acompañada del walkman y el flúo), los lactobacilos GG con nosecuanto-defensis (maldito Pancho Ibañez), después vinieron el Omegatres (3) y su amigo Omeganueve (9) en pleno auge progresista. Ahora le toca el turno al Acido Fólico...si si...el mismo. Esta vitamina del complejo B arrancó de forma tímida, muy bajo perfil, casi exclusivamente para las embarazadas, pero ahora se lo puede encontrar en el yogur, el jugo en polvo, la pizza, el fainá, el asado de tira, los palmitos...todo, absolutamente TODO tiene que venir con el bendito ácido. Sino, no sirve.


La historieta viene mas o menos siempre de la misma forma:
1.- Un científico, generalmente de un país avanzado, pongámosle Francia (porque si fuera sudaca no le darían bola. Estamos muy ocupados logrando la unidad latinoamericana como para darle pelota a tres loquitos que miran por un microscopio) descubre que la vitamina/hormona/proteína que antes estaba simplemente ahi, quietita es buena para la secreción de endorfinas (...que se yo, ponele).


2.- Otro científico descubre que además de la primer propiedad es bueno para la piel y mejora notablemente el brillo del pelo y ahí cagaste porque si hay algo que a la gente le gusta es verse bien y tener salud por el mismo precio.


3.- La TV, radio, internet, diarios, podcasts, todos empiezan a hablar del bendito coso sin tener idea de qué carajo es, "pero si lo dice Cormillot tiene que ser bueno."

4.- Una vez invadido todo el mercado alimenticio (lácteos, jugos, carnes, espuma de afeitar, puerros, milanesas y un larguísimo etcétera) viene ooootro científico que descubre que habían olvidado un pequeño detalle y es que el consumo del coso en cuestión tiene ligeros efectos secundarios como diarrea, cefaleas, deformaciones del yeyuno, que te guste Tinelli (o peor, C5N), dolor de culo, etc. Con lo cual las marcas van de a poco quitándolo de sus productos, y reemplazándolo con el otro coso, que "es nuevo, viste?" y que además "te hace bien, porque a mi también me hizo bien".


De esta forma comienza un nuevo ciclo mientras nosotros seguimos consumiendo.

Sean eternos los laureles.